“Assidue veniebat” (inscripción en la fachada del castillo de La Brède).
Cuando estalla la Revolución Francesa, la familia de Secondat ya no vive en el castillo de La Brède: el hijo de Montesquieu, Jean-Baptiste de Secondat, Barón de La Brède, vive principalmente en su palacio bordelés mientras que su hermana pequeña, Denise, vive en las tierras de Montesquieu (Lot-et-Garonne) que le han tocado en herencia.
Charles-Louis de Secondat, nieto de Montesquieu, que había destacado en la Guerra de la Independencia americana, abandona Francia y se traslada a Inglaterra. El castillo entra a formar parte de los bienes confiscados en concepto de bienes nacionales y, en consecuencia, tiene que ser vendido. La venta no se llevará a efecto pero el hecho de que esté deshabitado durante ese tiempo deja huellas y los primeros años del siglo XIX tienen que dedicarse a obras de reparación.
En ausencia de Charles-Louis de Secondat, es Cyrille de Secondat, hijo de Denise de Secondat y Barón de Montesquieu, quien asume la tarea de supervisar las obras. Sin embargo, Charles-Louis le pide a su primo que no haya “ningún cambio […] en la antigua morada de [s]u abuelo. Su memoria tiene que ser respetada en el lugar que le vio nacer”. Se respeta, por tanto, esta voluntad de fijar la herencia de Montesquieu en la organización del castillo y la habitación de la planta baja, en donde el autor pasó los últimos años de su vida, que no se verá afectada por las obras de restauración del siglo XIX.
En 1824, a la muerte sin hijos de Charles-Louis de Secondat, Prosper de Secondat, hijo de Joseph Cyrille, hereda sus bienes y el título de Barón de Montesquieu y de La Brède. El castillo de La Brède se convierte en el lugar de residencia de la familia y se llevan a cabo muchas obras. No se altera la forma exterior por la presencia de los fosos, pero el revestimiento del castillo, su distribución y una serie de reformas internas marcan, al mismo tiempo, la evolución en los gustos hacia el estilo neogótico o trovador, cada vez más de moda, y el de la manera de vivir dentro de un castillo. La nobleza se aburguesa, lo que tiene consecuencias sobre las reformas interiores.
Podemos identificar tres grandes fases de obras: La primera es la obra del arquitecto Henri Duphot, a quien debemos, en 1834, el almenado de la fachada principal y las ventanas ojivales del comedor, creado también en el siglo XIX. En los años 1863-1864, se suman las obras de Gustave Allaux. La fachada vuelve a reformarse con un probable añadido de ventanas en su parte superior. En la misma época, se planteó reformar antes la gran escalera; que será finalmente reconstruida íntegramente por Dubert. Pero son sobre todo las obras dirigidas por Paul Abadie, alumno de Eugène Viollet-Le-Duc, ayudado por Jean Valleton, las que modificarán la organización del castillo. Las obras se llevan a cabo entre 1870 y 1877, cuando Charles de Secondat, el hijo de Prosper, es Barón de La Brède. La división entre estancias históricas y estancias de vivienda se hace más patente. Las salas utilizadas como vivienda sufren una gran transformación y se moderniza su distribución utilizando un sistema de pasillos hasta ahora inexistente. La búsqueda de la comodidad llega también a las partes reservadas al servicio y una parte del desván se transforma en habitaciones para los criados.
La modernización del castillo de La Brède no altera en absoluto la voluntad de mantener intacta la huella de Montesquieu. Los visitantes quieren recogerse en la habitación en donde Montesquieu pasó sus últimos días. Los primeros visitantes son sociedades de sabios o academias locales. La Brède se convierte en paso obligado para cualquier escritor que viaja por la Gironde. Stendhal, por ejemplo, nos deja una descripción bastante precisa de lo que pudo ver en el castillo de La Brède, cuando lo visitó en 1838.
Pocos son los documentos que nos informan sobre la historia del castillo en el siglo XX. Tras las obras abordadas por Paul Abadie, parece que el castillo no sufre más modificaciones, ni en su estructura externa, ni en su organización interna. Las dos guerras mundiales del siglo XX no tienen mayor impacto en La Brède, y todo ello a pesar de que fue ocupado por las tropas alemanas durante la Segunda Guerra Mundial.
El castillo de la Brède es declarado Monumento Histórico en 1951 y el conjunto completo en 2008.
El castillo deja de ser residencia familiar en 2004, cuando la Condesa Jacqueline de Chabannes, biznieta de Charles de Secondat de Montesquieu, fallece y lega el complejo a la Fundación reconocida de interés público que acaba de crear. A partir de ese momento el castillo y su parque pasan a convertirse en un enclave cultural y turístico de primer orden. En la Brède, todos los visitantes encuentran la huella de Montesquieu.